Testimonios de Éxito – Comportamiento
Nada mejor que verte reflejado en alguien que ya ha transformado su conflicto en una solución, alguien que ha desactivado la enfermedad, alguien que ha convertido su sueño en una realidad. Estas historias reales te dan las alas para emprender, superarte y adentrarte en lo más profundo de tu alma.
Programas de Maltrato a las Mujeres
Este es el Testimonio de Isabel, una mujer valiente que llegó al entrenamiento con la firme convicción de transformar su percepción y su historia. Estudiando su árbol TRANSGENERACIONAL y su PROYECTO SENTIDO, observamos que mantiene conexiones muy fuertes con las mujeres de su familia, desvalorizadas y maltratadas por los varones. Sin duda un caso de recuperación del poder femenino. Lo que yo no sabía es que Isabel también había atravesado por los mismos programas de sumisión que sus antepasadas. Aquí está su testimonio y su historia. ¡Enhorabuena, Isabel…y gracias por tu generosidad al compartir!
«Hace unos meses inicié mi entrenamiento en el PROGRAMA GBC con mi coach, Paz del Real, algo nada convencional, una perspectiva que chocó directamente contra todas mis creencias hasta el momento. Hoy tuve mi sesión de cierre, en la cual evaluamos los cambios experimentados, donde estaba, y donde estoy.
Al inicio de la sesión os puedo garantizar que no era consciente de todos los cambios que se han producido en mi vida, y desde luego no de la trascendencia que ellos tienen… He decidido dejar este testimonio para todas las mujeres que hayan vivido una experiencia como la mía y para todas las que se puedan sentir identificadas de alguna forma.
Me he casado dos veces, y dos veces me he divorciado, la segunda ha sido absolutamente traumática, no solo la unión si no la separación. Durante todo el tiempo he vivido situaciones de malos tratos, físicos y psicológicos, sin apenas ser consciente de ello. No, jamás estuve en un hospital magullada ni mucho menos, jamás ingresé por urgencias llena de moratones, lo mío no pasaba de lesiones leves en el cuello, moratones en los brazos (que hábilmente camuflaba) e incluso alguno en la espalda que a duras penas lo hubiera visto nadie a no ser que me hubieran desnudado en mitad de la calle, cosa que por supuesto no hubiera ocurrido nunca, ni en la calle, ni en ningún otro sitio que no fuera en mi casa y con mi marido…uf, cualquiera se hubiera atrevido…
Psicológicamente la cosa no era fácil de identificar, total, por unos cuantos insultos, total por decirme una y otra vez que no valía como madre, ni como mujer, ni como persona….tampoco es para tanto… Sin entrar en más detalles la cosa empeoró de tal manera que yo no era nadie en mi casa. Era invisible, era menos que invisible… él hacía y deshacía con la casa, conmigo y sobretodo con los niños… ay los niños!…resulta que yo no me quería separar por los niños, pobrecitos, como les voy a quitar a su padre, si total es un buen padre (o eso creía yo, o eso me hacía creer él, y yo me lo creía…)
Bueno pues precisamente por los niños tomé la decisión de marcharme, de poner fin a una situación absolutamente insostenible y, en aquel momento, lo hice por ellos. Nunca les podré dar las gracias a mis hijos por hacer lo que hicieron por mí, por salvarme la vida, por devolverme la dignidad. Ni que decir tiene que os podéis imaginar el proceso, denuncias, orden de alejamiento, visitas suspendidas….la vida al revés, expuesta al mundo, explicando mi vida a todos, psicólogos, servicios sociales, seguimiento por el juzgado, juicios casi a diario, denuncias cruzadas…mi autoestima por los suelos, mi norte perdido, mi vida truncada, culpa, tristeza, victimismo…en fin…
Han pasado 9 años, ya tantos… y todos estos años sin ningún tipo de comunicación entre nosotros y, por supuesto, él faltando al pago de la pensión de alimentos una y otra vez… y yo cada vez que no paga, sofocón, agobio, abogados….dinero…
A lo que voy, resulta que hoy, en mi sesión de cierre (os acordáis??), hablando con Paz y evaluando los cambios, me he sorprendido a mí misma contándole que ayer, precisamente, y después de no atreverme ni a asomar por ningún lado ni a dar señales de vida, no sea que él se acuerde de que sigo aquí y decida volver a joderme la vida…bueno pues eso, que ayer precisamente le puse un mensaje conciliador….sí,sí…. conciliador, recordándole que hace más de dos años que no paga la pensión de alimentos de los niños y que, antes de ir al juzgado y empezar con la rueda de denuncias y el consiguiente desgaste físico, emocional y económico, creía que debíamos llegar a un acuerdo de pago, pago que por otra parte le tiene que hacer a los niños, que ni siquiera es a mí… (bueno, a mí también me debe pasta pero esa es otra historia).
Cuando hoy he sido consciente de lo que había hecho, no daba crédito….me estás diciendo que después de estar aterrorizada durante 9 años, y escondida y desaparecida etc. etc., te has puesto en tu sitio y has reclamado lo que te corresponde como madre y tutora legal de unos niños que comen, van al cole y se visten…entre otras cosas?…..¡venga ya! Pues sí, así ha sido…
Y por haberlo hecho, me aplaudo, me reconozco y recupero mi poder…. Sí, lo recupero, porque soy poderosa, ya lo creo que lo soy. Y como yo, todas las mujeres que estáis en mis circunstancias, aunque todavía no os hayáis dado cuenta. Espero que mi experiencia os sirva de alguna forma, igual que me ha servido a mí, para entender, donde estaba, por qué, y donde estoy…ojo y hacia donde voy, que ya no me paro…
Doy las gracias al universo, a Paz y a todas las personas implicadas en el proceso por haberme dado la oportunidad de ver y entender, sobretodo de cambiar, y recuperar mi poder. A todos y todas, gracias.»
Sufriendo un Ciclo Memorizado
«Desde mi último cumpleaños mi vida estaba muy revuelta, se me acumulan los problemas, no dormía y tenía muchísima ansiedad; aunque la cosa no era para tanto, yo no conseguía relajarme. Yo le echaba la culpa al trabajo y a otros temas familiares, demasiada presión… Paz me dijo: «Vamos a ver tus CICLOS MEMORIZADOS…. ¿Qué te paso a los 16 años?”
Me sentí como si me hubiesen apuñalado…estaba reviviendo el estrés de la enfermedad de mi padre….y por nada del mundo quisiera repetir ese periodo de mi vida. Cuando yo tenía 16 años, no pude despedirme de mi padre aquella mañana, se fue a trabajar y sufrío un ictus que aún le tiene invalidado, no puede comunicarse con nosotros, siempre sentí que le había perdido y le echamos la culpa a su exceso de trabajo. Yo creía que esto estaba resuelto y superado, pero en un instante volvió a mí, con una intensidad de dolor tan grande que no lo podía soportar. La cabeza me reventaba y sentía una pena y una rabia tremendas.
Paz me fue guiando a través de la emoción para liberar todo el resentir oculto y sanar la separación que sentí en aquel terrible momento. Pude abrazarle intensamente, hablar con él y reintegrar ese vínculo que quedó roto, suspendido, y que mi inconsciente se ha encargado de recordarme, 25 años después. Me sorprendió que, ya por la tarde, me apareció una erupción justo en el meridiano de pericardio, en la cara interior del brazo. Se está sanando esa herida del corazón.
Siento infinita gratitud; de no ser por Paz esa parte de mi pasado seguiría escondida y haciéndome daño, psicológica y físicamente. Ahora siento que por fin he pasado esa página, y puedo recordarla con serenidad y aceptación.»
Desactivando la Bulimia
«Me recuerdo a si misma, desde siempre, con la ansiedad por comer. Era pequeña, tendría 10 años y yo cenaba pronto porque tenía hambre, y luego cenaba otra vez con los demás.
Mi madre me regañaba porque decía que estaba gorda y así me pondría más aún. Crecí con esa imagen de mi gordura y con ganas de comer siempre, no tenía final, robaba bollos en la pastelería del barrio, para después comerlos a escondidas, y siempre con mi madre recordándome lo gorda que estaba, y también mis hermanos, como no, me comparaban con un campo de fútbol, con un autobús, siempre tenían para mí un piropo que me hiciera sentir gorda.
Y yo no perdí la ansiedad por comer hasta los catorce años, en el instituto. Para gustar, tengo que adelgazar… y me pongo a plan, y mi plan es no comer, así que no como nada… nunca. Mi madre alguna vez me obligaba a comer algo, pero como se iba, y nunca comía conmigo, yo lo tiraba por el baño, o lo desmenuzaba y lo tiraba a la basura. En esta época no tengo esa ansiedad por comer, no como nada. Y si alguna vez como algo procuro que sea algo que me guste, como los dulces. Nadie me enseñó a comer con sentido común, nadie se sentó conmigo para decirme como hacer las cosas, nadie me acompañaba en las comidas.
Así estuve muchos años, hasta que me casé, lo hago con un hombre que está acostumbrado a comer todo con patatas fritas, y como yo paso de hacer lo que dice mi madre, ahora hago lo que hace mi marido, y empezamos a comer mal… y yo empiezo a engordar de nuevo.
Al año de estar juntos tenemos el primer hijo y ahora entiendo porqué, durante la lactancia, engordé otros tantos kilos, pero en esta ocasión me planté y comiencé una dieta sana y consiguí perder peso. Me costó unos años perder los 20 kilos que me sobraban, pero lo conseguí. Pero, la comida siempre estaba en mi mente, no pasar hambre, quitarme los nervios, siempre con comida.
A los tres años y medio tengo al segundo hijo y ahí empieza mi tortura con la comida otra vez, y es cuando tomo la decisión, al verme sola para todo, y al ver que mi marido no me ayuda en nada, tomo la decisión de que quiero adelgazar otra vez como sea. Entonces es cuando se despierta en mí una rabia que me lleva a vomitar cuando como los alimentos que yo considero que no son buenos para mi cuerpo. Lo iba a hacer una sola vez, pero no fue así, porque lo hice una y otra…y otra.
Cada vez que me ponía nerviosa comía compulsivamente y después me iba a vomitar. Hasta tres y cuatro veces al día. Me quedé embarazada del tercer hijo y, como sigo vomitando, el niño cuando nace también vomita con una facilidad increíble, y yo por cualquier enfado… vomitaba. Ahora entiendo el porqué de este programa.
Pero era algo que ya no podía parar porque cuando vomitaba me calmaba, me sentía mejor, sentía que soltaba toda la mierda del día, todo lo que me hacía sentir mal. Había días en que acababa agotada de vomitar tantas veces, pero para mí era mejor eso que quedarme con el empacho que tenía, no podía soportar sentirme llena.
Como yo siempre he sentido que llevaba una carga que no me correspondía, empecé mi proceso con Paz y, desde que tratamos en una de las sesiones mi problema de BULIMIA, se ha terminado la ansiedad, y el vacío que tenía siempre en el estómago ha desaparecido, y ya no antepongo la comida a todo lo demas. Después de treinta años, me he dado cuenta de que era una memoria programada de mi madre.
Antes yo me enfadaba con los niños porque yo quería que terminaran pronto para comer yo, y ellos se entretenían, yo no lo soportaba, me ponía muy furiosa. Me doy cuenta de que es un programa de mi madre. Ahora en casa comemos todos juntos, tranquilos, sin prisa, y el momento de la comida es un momento tranquilo, donde hablamos y comemos. Y sobre todo comemos cantidades normales, sobre todo yo.
Ya no tengo esos ataques nocturnos, cuando acostaba a los niños y me ponía a comer sin fin, hasta que me dolía el estómago y, antes de que pasara media hora, lo vomitaba todo. Ahora mastico, saboreo, y disfruto de la comida. Y sobre todo, mis hijos lo disfrutan también.
Ahora ya no tengo la comida siempre en mi cabeza, ni esa preocupación por no pasar hambre, ni yo, ni los niños. Ahora sé que no pasa nada, que ya comeremos cuando sea la hora, y no se me pasa por la cabeza mi imagen vomitando para tranquilizarme. Porque ya no estoy nerviosa, ya no siento frío en mi cuerpo, ni escalofríos, como antes. Ahora me siento tranquila.
Mi vida ha cambiado totalmente, en mi mente ya no está el dulce como recurso cuando me pongo nerviosa. Cuando tengo un día con mucho jaleo, antes me hubiera comido de todo y ahora no lo necesito, ahora me siento, me relajo, pienso. Gracias de todo corazón a Paz, que lo ha hecho posible, y que me está ayudando a darle un nuevo sentido a mi vida y a ponerle un rumbo. Gracias! «
Miedo a la Vida
«En esta sesión me he podido dar cuenta de que ese miedo que siento a veces ante la vida y esa falta de confianza en poder afrontar las situaciones o conseguir metas, puede que no sea algo mío sino de mi madre y mi abuela. Cuando mi madre tenía cuatro meses, su padre falleció y mi madre casi se muere porque a mi abuela se le cortó la leche y la desatendió, volcándose en su dolor y perdiendo parte del contacto con su hija.
Todo esto estaba marcado en mi PROYECTO SENTIDO. Cuando mi madre estaba embarazada de mí sentía mucho miedo al parto, a no poder hacerlo bien, a soportarlo, por cosas negativas que le decía mi abuela. Yo ya pude sentir el miedo a vivir, a no poder nacer.
Cuando yo tenía cuatro meses, también mi madre se quedó sin leche y además, se embarazó de mi hermana, con lo que yo también perdí ese contacto con mi madre, porque ella ya empezaba a prepararse para recibir a otro bebé.
Esto me permite darme cuenta del por qué en mi vida es tan importante sentir esa unión, esa fusión con el otro, una unión ideal con mamá, que sólo se da durante un período de tiempo, que para mí fue demasiado corto.
De ahí mi tendencia de irme al pasado, cuando añoro ese contacto ideal, como si así pudiese recuperarlo, en lugar de tratar de conseguirlo o reconocerlo también en el momento presente, donde sí es un “contacto real” que puedo tener a través de mis hijos sobretodo, y de mi familia y amigos.»
Sumisión y Soledad
Solo en la primera sesión los descubrimientos fueron increíbles. El porqué yo estaba ayudando siempre a todo el mundo: familia, amigos, compañeros y sobre todo a mi madre, tenía sentido. Soy doble de mis abuelas, mas directamente de mi abuela materna, que entregó a mi madre cuando era una niña al cuidado de mis tíos. Yo estaba reparando sus errores, por lo que cuido en exceso y tengo sentimientos hacia ella que no son normales, que la abandono si hago mi vida, incluso llegando a la obsesión.
Así me hice consciente de mi SUMISIÓN, de porque ayudaba tanto a todo el mundo, haciendo cosas que sabia que eran dañinas para mi, pero sintiendo la necesidad de hacerlas. Yo reparo directamente a mi abuela materna, que tuvo 13 hijos. Tomo consciencia de que este es el motivo de mi odio hacia los niños y hacia los hombres flacos (así era mi abuelo). Y del porque cuando yo aborté de forma natural a un hijo, sentí que me quitaba un peso de encima, y con él a su padre. Mi ex pareja era doble de mi abuelo.
Mi inconsciente me estaba dando todas las oportunidades para que yo cortara con esas cargas y sentimientos. Pero sin ayuda, ¿cómo darse cuenta de todo esto? Ahora que soy consciente, todo el puzzle encaja.
Asumiendo mi Identidad Femenina
Este feedback es sobre una sesión dentro del Programa de Entrenamiento GBC por skype, en la cual trabajamos el síndrome pre-menstrual y el PROYECTO SENTIDO de ser una hija deseada como varón durante su embarazo, para poder agradar al padre y disponer de un buen programa de reparación de las mujeres de su clan, sumisas y sin acceso a la educación.
«Esta sesión fue muy reveladora para mí porque me explicó muchas cosas, como por ejemplo, porqué yo a veces rechazaba las labores femeninas del hogar, o porqué me sentía siempre mal y desagradada con el periodo menstrual.
Me encantó darme cuenta de que puedo sentirme feliz siendo mujer, que es divertido y que puedo disfrutar plenamente de las labores del hogar como de cualquier otra actividad que me guste. No tengo porqué sentirme mal con el periodo menstrual, es parte de ser mujer. De hecho, ahora me alegra tenerlo porque me reafirma como mujer y me recuerda mi femineidad cada mes.
En esta sesión creo que lo más importante fue darme cuenta que mis padres querían un varón cuando yo nací, y que yo había estado tratando de cumplir con ese rol con mi cuerpo y con la manera de llevar adelante mi vida.
Es increíble cómo me siento: linda, coqueta, “girly” como dice mi hija. Me ha provocado el color rosa como nunca (yo nunca he sido de querer ese color, de hecho hasta me desagradaba) Compré una franela de encaje rosado que me encantó.
Mi esposo es el primero que está más contento! Me encuentra más atractiva, me dice todos los días lo linda que estoy! Y mi hija también está feliz porque ella es muy coqueta y le encanta ir conmigo a comprar ropa linda, ponernos maquillaje juntas, etc… Me siento más femenina, estoy más consciente de mi cuerpo y de mis partes femeninas. Me veo al espejo y me gustan mis formas curveadas (antes me veía más cuadrada, casi sin cintura).
Ahora, no sé de dónde, pero empiezo a ver las curvas! Me miro en el espejo y encuentro atractivos mis pechos! Esto es especialmente impresionante para mí, porque nunca aprecié mis pechos, me parecían demasiado grandes. Ahora los veo hermosos!»
Hermanas en Fidelidad Inconsciente
Reflexiones de una cliente que conectó con un gran drama en su historia personal. Su hermana sufrió un brote psicótico en la adolescencia; ambas jugaban con las drogas pero para su hermana fue demasiado… Cuando una persona ya se encuentra en el límite conflictual, el abuso de drogas psicotrópicas puede producir un «salto al otro lado», que puede tener graves repercusiones en su vida y en todo su entorno. Así lo refleja este caso, el de una joven con una hermana a quien vigilar y cuidar, todo tiene sentido al explorar.
«En esta sesión, ha aparecido la herida de mi adolescencia que yo creía que estaba sanada. Yo vivía dividida y confusa entre mi admiración y deseo de ser como mi hermana mayor, y a la vez miedo de ser como ella, miedo a perder la cabeza.
Me he dado cuenta de que asumí una carga que no me pertenecía, aunque lo hiciese por el amor que la tengo. Una carga que, aunque pensaba que ya la había soltado, emocionalmente todavía me quedaba un sentimiento de culpa, por no haberla podido ayudar en aquella época, por querer experimentar mi vida a pesar de que ni ella ni mis padres se encontraban bien, culpa por no ser la niña buena que ellos creían, por esconder como era yo verdaderamente, para no verlos sufrir, igual que les veía sufrir con mi hermana…por no ser como ella y a la vez ser igual a ella…
Desde mi adolescencia me ha costado mucho decir NO a las drogas y, aunque he tenido épocas en las que mi adicción ha sido más fuerte, no me he dejado llevar tanto como para dejar de lado otros aspectos importantes de mi vida, tales como los estudios, el trabajo o la familia. Observo que cuando decidí de forma definitiva dejar todo tipo de drogas es cuando empieza a aumentar el dolor menstrual, de tal forma que, aunque no quiero tomar ningún medicamento, tengo que hacerlo pues “si no lo tomo me muero del dolor”. Es como si mi inconsciente no quisiera dejar de “drogarse” para no dejar de vivir.
“La droga es lo que me da la vida y me quita del sufrimiento”, así transcurrió mi nacimiento: mi madre y yo, anestesiadas… el parto de mi hermana también fue bajo anestesia, así ante cualquier sufrimiento extremo, la anestesia es la respuesta. He aprendido que cada miembro del clan llevamos una carga propia y que no podemos compartirla con los demás, aunque queramos; que este compartir, aunque lo hiciésemos por amor, no es la solución ni la ayuda que el otro necesita. Solo podemos ayudarnos a nosotros mismos.
Que mi hermana, sin mi ayuda, ha sido capaz de seguir con su vida y salir de aquella situación sin ninguna secuela grave… que va teniendo sus propios aprendizajes igual que yo voy teniendo los míos… y que cada una elige el modo en que quiere evolucionar, y que no siempre los mismos son los mejores para ambas. He aprendido que no soy culpable de querer experimentar con drogas, que tengo que dejar de juzgarme tan duramente y perdonarme a mi misma por lo ocurrido en el pasado, pues era el único recurso con el que contaba en momentos de crisis, para sentirme viva y a salvo, como cuando llegué a esta vida.»
En otra sesión, al estudiar mis CICLOS MEMORIZADOS, por fin tomo conciencia de la relación entre lo mal que me siento ahora por la pérdida del embarazo de mi hermana (parece que lo he perdido yo) y la operación de útero de mi madre, que se produjo en el año que me corresponde en el ciclo anterior.
Me da por pensar: ¿por qué “absorbo” estos conflictos que no son míos? … de pronto me acuerdo de que mi abuela, de la que soy yaciente, murió tras una operación similar a la de mi madre.vEntonces, reflexiono sobre la relación que mantenía mi abuela con su hermana pequeña… siento que mantenían una relación muy, muy cercana, pues aparecen juntas en todas las fotos… ¡se casaron dos hermanas con dos hermanos! Trabajaban juntas como sirvientas en la misma casa, vivían muy cerca la una de la otra, jugaban todos los días a las cartas…
Llamo a mi tía para preguntarle por la fecha de nacimiento de la hermana de mi abuela, casi con la certeza de que va a ser doble de alguna de nosotras dos… y no me sorprendo al comprobar que lo es de ambas: 17/11 (Mi hermana 10/08 y yo 20/05). Es como si las hermanas se cuidasen la una a la otra durante toda su vida. Además se llevaban más o menos la misma edad que mi hermana y yo: dos años, aproximadamente.
En el TRANSGENERACIONAL, busco el tipo de relaciones entre las hermanas de mi clan familiar y observo que, por la parte materna de mi padre, mi bisabuela tuvo hijos con el marido de su hermana mayor, ya que ésta no podía tenerlos.
Por la parte materna de mi madre, mi bisabuela, de la que también soy YACIENTE, se unió al marido de su hermana mayor cuando ésta murió… y tuvo 7 hijos con él, pasando a cuidar a los hijos comunes y a los hijos de su hermana, un total de 11 hijos. Es como si las hermanas pequeñas se hicieran cargo de los problemas de sus hermanas mayores, llegando incluso a continuar vivendo sus vidas….
NOTA: Para ser atendido en relación con diagnósticos de psiología o psiquiatría, cuento con la colaboración de un psiquiatra que evaluará el caso previamente y recomendará (o no) esta intervención. Sin esta evaluación previa, no se podrá acceder a consulta.
Melancolía sin Razón
«Desde que tengo uso de razón y, a pesar de ser una niña alegre, mi vida pasaba por periodos de tristeza y de melancolía, que luego se convertirían en varias depresiones. Pasé varias temporadas yendo de psicólogo en psicólogo, conseguí cambios pero no conseguí quitarme esa melancolía eterna que era como vivir en un infierno.
Cuando estaba viviendo en el extranjero, una persona me hablo de esto y me resonó tanto que empecé a investigar buscando un especialista. Cuando volví a España, sentía que tenía que hacer el transgeneracional porque, mirando mi vida hacia atrás, algo raro estaba pasando y la eterna melancolía y mis depresiones tenían que tener una explicación.
Hice mi investigación TRANSGENERACIONAL y el dibujo de mi árbol, y ya en la primera consulta, recibí la confirmación de tener el PROYECTO SENTIDO de «pilar de la familia» siempre soportando las historias de mi madre y sin poder liberarme totalmente de los lazos familiares. También comprendo el para qué de mi complexión física, para qué ser tan grande.
En la siguiente sesión, al ver que yo estaba en linea maestra con mi bisabuelo Marcos, continué mi búsqueda y supe que había perdido a tres hijos pequeños. Pregunté a mi madre qué sabía sobre las muertes de estos niños y me dijo que se murieron de cólico miserere y que, en el altillo de la casa, hay una lápida con la fecha de la muerte de dos de ellos. Me entro un escalofrío muy grande y recordé el miedo que cuando era pequeña le tenía al altillo de esta casa. Encontré la lápida y las fechas de la muerte de estos dos niños, eran mis tios abuelos. Fui al ayuntamiento para pedir las partidas de nacimiento y de fallecimiento de estos niños, y el de la niña que faltaba que era melliza de uno de ellos. Me acuerdo que, el día que me dieron las partidas de nacimiento y tuve el árbol montado sentí un alivio muy grande.
En la siguiente sesión con Paz pusimos en contexto toda la historia de mis bisabuelos y la de mi abuelo. Al salir de la sesión sentí estaba en shock pero, a medida que empecé a ser consciente de todo esto, sentí el inmenso alivio de darle luz al dolor inconsciente que venía soportando, aquella melancolía. Cuando llegue a casa empecé a liberar todo mi resentir escribiendo muchas cartas de duelo. Me imaginé que yo era el papá de esos niños y les dije lo que les diría a unos hijos que me hubiera arrebatado la vida… sentí la impotencia, la frustración de no poder hacer nada, me imagine estando a su lado hasta el final y llore muchísimo, no me podía creer el dolor que sentía…. sin yo haber tenido hijos, simplemente poniéndome en la situación de esos padres y de ese hermano.
El siguiente paso era contárselo a mi familia, para dar luz a esta historia y hacer un homenaje a mis abuelos y mis bisabuelos. A medida que iba yo explicándo la historia y montando el árbol a lo grande para que lo vieran con claridad, mi familia más iba tomando consciencia de esa historia tan dolorosa y tan increíble. Hasta que se lo expuse a mi familia, ellos tampoco eran conscientes de todo eso, no sabíamos casi nada de esa historia que estaba anclada en el inconsciente familiar, durmiendo en el altillo de la casa.»
NOTA: Para ser atendido en relación con diagnósticos de psiología o psiquiatría, cuento con la colaboración de un psiquiatra que evaluará el caso previamente y recomendará (o no) esta intervención. Sin esta evaluación previa, no se podrá acceder a consulta.